Autismo desde la resiliencia – Por Alma Guerrero.

Soy una persona diagnosticada con Transtorno del Espectro Autista en edad adulta. Por muchos años pensé que era una extraterrestre perdida en este mundo, ya que mi forma de ver las cosas, difiere mucho de la gran mayoría. Ser diferente, ocasiono en mi infancia episodios tanto tristes, como hilarantes.
Lo que ahora llaman bullying o acoso escolar, fue lo cotidiano en mis años de educación básica. Tuve una familia muy amorosa, con fundamentación en valores. Mis madre, licenciada en Periodismo, poeta y escritora(+2002) y mi padre, pintor abstracto, se ocuparon de brindarme lo mejor que pudieron. Mis peculiaridades, como mi mutismo selectivo (ahora sé que así se llama) y mi aislamiento siempre fueron justificados por el hecho de ser artista, porque los artistas “somos raros”.

Tener una mente divergente ha ocasionado que algunos me consideren persona extraña, me dejan de hablar, y hasta me consideren como amenaza. Cuando lo único que hago, es decir la verdad, de forma literal. Parece que escuchar la verdad es para algunos, demasiado
doloroso e inaceptable.

Y es que autismo, significa que veo las cosas como son, sin dobles sentidos, y si bien he aprendido a entender albures, incluso a ser irónica, no tolero los juegos mentales ni
emocionales basados en el egocentrismo que la mayoría juega.
Ahora bien, hablo desde mi experiencia de vida pues cada persona con autismo es diferente. En mi caso, nacer en una familia artística marco mi formación, desarrollo y aceptación de mis limitaciones.

Vencí la tartamudez, aunque a veces surge cuando estoy ansiosa, y me he desenvuelto como artista plástica y profesora de artes en nivel preescolar, secundaria, y preparatoria. Aún me cuesta relacionarme con los demás, lo sigo intentando aunque a veces el timbre de
algunas voces me irrita. En algún momento intente encajar en algunas agrupaciones, pero me sentí ridícula al intentar sobrellevar conversaciones sobre asuntos que no me interesan…Y opté por ser yo, y respetarme.

Respetar mis tiempos y mis procesos, sin querer alcanzar el ritmo de los demás, y cuando lo hice, avancé, y entonces descubrí que soy feliz.
Al ser feliz y amarme, no tengo que demostrarle nada a nadie. También he aprendido a amar y respetar a los demás, porque la inclusión es de parte y parte. La inclusión es amor, tolerancia y aceptación entre todos los individuos de una sociedad. Inclusión es respetar los derechos, tanto los míos como los tuyos.

Me incluyo en tu mundo, te incluyo en mi mundo, con mutuo respeto.
Para lograrlo, mi herramienta es el arte, y en el camino, ayudo a mis pequeños alumnos a auto valorarse, descubrir su potencial y usarlo. Usar su creatividad en lo que amen hacer. Y los motivó a estudiar, a leer, a descubrir el mundo respetando y honrando su potencial y
sus limitaciones. Porque las limitaciones, son herramientas de crecimiento. Me ayudan a reconocer para qué soy buena, en qué áreas me puedo desarrollar, en que me siento más cómoda, sin importarme las expectativas de los demás. Lo importante es que espero yo de mí, y hacia donde quiero caminar.

Gracias a los valores inculcados por mis padres, me gusta ayudar. Existe el mito que los TEA no tenemos empatía. Como persona visual y con hipersensibilidad, cuando veo fotos de una guerra o un niño o un animalito sufriendo, literalmente me duele todo el cuerpo.
Creo que somos los seres más empáticos de la naturaleza, aunque muchos chicos dentro del espectro no sepan cómo exteriorizarlo. Hablar desde mi visión dentro del espectro es por aquellos padres de familia, que cada día es un reto permanente. También por aquellos adultos sin diagnosticar, que sé que están sufriendo en algún lugar…busquen ayuda, acérquense a fundaciones o centro de salud, si sospechan que están dentro del espectro. A los profesionales que realizan los diagnósticos, los invito a investigar y actualizarse, porque los estándares de diagnóstico dejan fuera a muchas mujeres, que por nuestra gran capacidad de imitación y camuflaje, “no se nos nota” ni tampoco cumplimos con los clichés establecidos para una persona con autismo.

Mi sola intención es invitar a la sociedad en general a informarse sobre neurodiversidad.
A mi edad, saber que tengo TEA ( o síndrome de Asperger o como tú le quieras llamar),fue una liberación. Me dio la pauta para amarme y abrazarme.
Conocer cómo opera mi mente, me ayudó a amar la vida con mucha pasión, con todas sus consecuencias.

Alma Guerrero
Artista Visual, adulto con TEA
Veracruz. México.Abril 2018