Hace mucho que no escribo y extrañaba hacerlo. Me faltaba esa catarata de pensamientos. Es muy poco lógico, porque de alguna manera, es como decir que extrañaba mi ansiedad. Pero solo me faltaba descubrir que siguen ahí, solo que más ordenados, y sin angustia. Asusta a veces pensar que la medicación puede cambiarme, pero en realidad, solo ayuda, yo sigo siendo igual que siempre. Supongo que es una fantasía. Ayer soñé que se descubría una cura para el autismo y yo salía corriendo –literalmente- a buscar a “Dr. House” y le pedía que no se la dieran a mi hijo. Era una súplica en la que le explicaba que a mi no me gustaba la gente que cumplía con todos los criterios para ser neurotípico, que me gustaba como era mi hijo. Pero también, le decía que no quería que el sufriera como yo por ser distinto. En mi sueño, me abrazaba y yo sentía su comprensión. Si hay algo que aprendí con tantos años de psicoanálisis es que en los sueños, los personajes representan distintas partes de uno mismo. Capaz esté generalizando, pero al menos, en mi persona, parece ser muy evidente que es así. Ya he escrito en otras ocasiones que Tomás me ayuda a valorar mi parte autista. Es evidente que mi sueño refleja este dilema que tengo entre querer aprender a ser como la mayoría simplemente para que sea más fácil, sin tanto esfuerzo y desconexión; y el saber que no quiero dejar de ser yo, porque me gusta mi forma de ser. Yo siempre decía que si hubiera una cura, no dudaría en aceptarla, que yo vivo el autismo como un trastorno. Recuerdo que una vez le contesté a un psicólogo que me decía que no era más que una forma de ser distinta, que él decía eso porque no era su forma de ser. Aunque corro riesgo de ser trágica, que tengo que aceptar que hay mucho sufrimiento atrás del autismo. De hecho, a mí como persona y como madre, me toca la parte más benévola del autismo y aun así puede ser terriblemente difícil. Entonces, ¿por qué negarse a una cura? Supongo que porque también se perdería la parte buena. Capaz, todo este conflicto interno tiene que ver con el haber sobrevalorado durante años la neurotipicidad y empezar a darme cuenta, recién ahora, que tampoco es todo tan perfecto. O tal vez, solo esté yo más intolerante. Siempre tuve dificultades en entender a la gente, pero últimamente esto va más allá de una falta de comprensión, ya no puedo soportar el egoísmo y la agresión. No digo que esto sea ajeno al TEA, simplemente que me alegra no ser hacer. Capaz, lo que me pase, es que empiezo a ver que todos tienen dificultades… que pavada estoy escribiendo, esto es obvio. Tengo que pensar mejor… Todo esto me hace acordar a mamá diciendo que lo más difícil de educar un hijo es enseñarle sin quebrarle el carácter. Y también a la neuróloga diciéndonos que debíamos enseñarle a Tomás sin cambiarlo. Es todo tan complejo. Y va mucho más allá del TEA. Sí, me gustaría comprender el mundo como lo hacen todos, al menos, gran parte del tiempo. Me gustaría poder actuar como se espera, como siempre digo, ser más libre. Creo que me sentía más libre de chiquita, pero me han corregido tantas veces, que lo perdí. No digo que haya estado mal, porque todo eso que de pequeños es muy simpático, de adultos aleja. Era necesario, pero hubo una consecuencia. Y por suerte, es reversible. Pero me gustaría evitar que esto le pase a mis hijos y no sé cómo. Creo que todo este lío de palabras, que en definitiva, es el lío que tengo en mi cabeza, surge una situación en particular. Hace unos meses ya empiezo a ver que hay gente que lucha por una causa (suena salido de propaganda) que tiene más interés en que se sepa quiénes son que en la causa en sí. Y eso me altera porque me resulta inexplicable, si a nadie le importa… Por mucho que lo piense no logro entenderlo, y menos cuando ese egoísmo perjudica la difusión. Y me enojo conmigo por no poder pararme de frente y decir lo que pienso. Me siento cobarde. También me enoja que haya posturas tan extremas: medicación no, no si no están enfermos; inclusión a costa del bienestar del propio niño; este tratamiento sí y esto no porque se me ocurrió a mí, y así puedo seguir. ¡Qué le pasa a la gente! Se supone que los inflexibles somos nosotros, pero al final, hay convicciones tan extrañas como inflexibles y peligrosas. No sé, mamá dice que sea más tolerante, que no todos tiene pensamientos tan claros, pero a mi me altera. Me pregunto de dónde sacaron que para estar incluidos sí o sí se necesita una integración escolar. Será que yo la pasé pésimo en el colegio, que me hace pensar que eso es una gran pavada. Por supuesto, ayuda, y más si el alumno tiene los apoyos que necesita. Pero la inclusión no se reduce a una institución ni mucho menos a la edad escolar. Capaz tenga equivocado los conceptos. Pero yo aspiro a un mundo en el que cada uno reciba lo que necesita para desarrollarse al máximo, con todas las variables que puedan ayudar a que esto sea así. Y lo que más deseo es que la gente sea feliz, porque eso hace todo mucho más fácil!!!! Por supuesto que estaría buenísimo que todos los colegios incluyeran y estuvieran preparados para cualquier niño, pero no es la realidad de nuestro país. Y sí, está bien tratar de que así sea, siempre y cuando, los niños no salgan perjudicados. Lo mismo pienso en cuanto la medicación. No comprendo por qué hay gente que se rehúsa solo por el afán de hacerlo. ¿Por qué negar la posibilidad de hacer que alguien esté mejor? Definitivamente no entiendo a la gente… Pero después están todas estas personas increíbles y pienso que me gustaría ser como ellas. De alguna manera, siento que ellas son como yo, pero sin la parte del autismo. Y entonces pienso, bienvenida la cura para todas mis dificultades. Obviamente, es una fantasía, porque otra vez, reconozco que hay mucho que he logrado gracias a ser distinta. Definitivamente, tengo que seguir pensando.
Foto: Ivana Vasilj via Compfight cc
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